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SOLO MÍA


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Estás de pie, con la cara contra la pared y los brazos atados por encima de la cabeza. Sientes mi mano en el cuello, pero no te sientes ahogada.

Mi voz es tranquila y te dice que te relajes. Todo está bien.

Sin embargo, sientes que tu respiración se va acelerando. Tus pulmones piden más oxígeno y tu corazón late con más fuerza. Te sientes cada vez más excitada.

Escuchas mis pasos yendo a buscar uno de tus floggers favoritos, me coloco de nuevo a tu lado y sabes perfectamente lo que va a suceder. 1, 2, 3, 4...

Tus gemidos de placer y tus gritos de dolor se acaban mezclando en un solo sonido.

Estás húmeda, muy húmeda, y no puedo evitar ponerte tú cadena y llevarte a la otra habitación...

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